No cabe duda de que el TDAH es “engañoso”, y en esto radica el principal problema que impide que se trate adecuada y oportunamente. El TDAH es engañoso porque hace a todo el mundo creer que tiene un origen muy distinto al que realmente tiene, y muchos profesionales que trabajan con niños tratan de combatir este trastorno en un campo de batalla equivocado. El TDAH, estratégicamente hablando, es un enemigo muy hábil, pues instiga a tácticas de combate equivocadas y por tanto con resultados desastrosos. Debido a esto no es raro que muchos niños con TDAH hayan recorrido un largo camino entre diversos profesionales de la salud (física o mental) sin resultados sustanciales. Hasta que de repente… cuando los niños y sus padres están cansados de intentar probar tantas soluciones y de brincar de profesional en profesional, a alguien se le ocurre medicar al niño y éste comienza a mejorar rápidamente, como por arte de magia. Tal como sucedió en la década del treinta, cuando Charles Bradley administró bencedrina (un estimulante del sistema nervioso central) a un grupo de niños hiperactivos, y esto generó un efecto casi milagroso. La bencedrina logró que los niños comenzaron a mejorar su conducta y su desempeño académico.
El TDAH logra engañar a muchos psicólogos y psiquiatras haciéndoles creer que la conducta de estos niños está expresando los conflictos de los padres, o su dificultad para establecer límites. Las madres no se cansan de escuchar “…tienes que ponerle límites al niño, tienes que ser firme”. Nada más lejos de una verdadera solución. Un niño con TDAH tienen una disfunción neurobioquímica que se traduce en problemas para enfocarse, para controlar su conducta y sus impulsos; esto es totalmente independiente del tipo de relación que lleven los padres, del estilo de crianza empleado y del ambiente familiar en el que ese niño está inmerso. El TDAH es un enemigo muy hábil pues logra crear un engaño durante muchísimo tiempo (incluso puede mantenerlo toda la vida). El TDAH puede confundir a un terapeuta familiar y hacerle creer que un niño se porta mal porque las cosas están mal en su casa. El TDAH puede confundir a los padres de familia al hacerles creer que están educando de forma incorrecta a sus hijos. El TDAH pude hacer creer a los maestros que los niños son flojos o “burros”. Nada de esto es así. El TDAH puede aparentar ser muchas cosas, sin embargo, lo que la ciencia ha podido demostrar es que se trata de un trastorno del neurodesarrollo.
Les ha tomado a los médicos muchos siglos reconocer que los problemas de conducta de los niños puede explicarse por alteraciones biológicas, tanto a nivel bioquímico como celular. Hoy el TDAH nos desafía a comprenderlo mejor y a ir más allá de lo que parece ser.
Fotos o gráficos: Internet